¿Y si muero en el espacio?

- Artículos - enero 12, 2022

Por: Gerardo Jair Jaime González

El domingo 11 de julio del año pasado, el cielo de Nuevo México fue testigo de cómo el multimillonario Richard Branson viajó al espacio, con tripulación completa la misión Unit22, y a bordo de la nave diseñada por la división Virgin Galactic, para de esta manera evaluar la experiencia que vivirán sus futuros clientes al hacer turismo espacial.

A las 08:30 horas locales, Branson acompañado de los dos pilotos del avión Dave Mackay y Michael Masucci, así como de los especialistas Beth Moses, instructora principal de astronautas de la empresa; el ingeniero principal de operaciones, Colin Bennet y Sirisha Bandla vicepresidenta de operaciones de investigación y asuntos gubernamentales, despegó del lugar antes mencionado.

45 minutos después del despegue, la nave alcanzó 15 kilómetros y soltó al avión que continuó su trayectoria hasta lograr los 88 km de altitud. Fue en ese momento, que los viajeros lograron disfrutar de 4 minutos de gravedad cero, para luego comenzar el regreso a la Tierra.

Lo anterior da la pauta que cada vez es más real los viajes al espacio y podríamos llegar un día a vacacionar o vivir en otros planetas, lo cual implica que también podríamos morir allá.

En la Tierra, el cuerpo humano al morir pasa por una serie de fenómenos producidos por agentes físicos, químicos y microbianos, descritos en el primer manual de ciencias forenses en 1247 por Song Ci.

El primer fenómeno es el enfriamiento. Este es un fenómeno espontáneo que ocurre al morir el individuo, ya que la producción de calor cesa y la temperatura desciende en forma paulatina, 0.8 a 1°C/h en las primeras 12 horas, y después 0.3 a 0.5°C/h en las siguientes 12 horas.

Así mismo, la sangre deja de fluir por el cuerpo y va a las zonas de declive por acción de la gravedad, salvo en los sitios de apoyo y son notables entre las primeras tres o cuatro horas después de la muerte (livor mortis).

Posteriormente, los músculos se endurecen debido a la degradación del trifosfato de adenosina, lo cual inicia a las tres horas de muerte y alcanza el punto máximo entre las 12 y las 15 horas, aunque la temperatura fría puede acelerarla (rigor mortis).

La descomposición del organismo regularmente inicia en el aparato digestivo y después se extiende a todo el organismo principalmente por la acción de Clostridium welchii. Esto se debe a que los bacilos aerobios, como Proteus vulgaris y E. Coli, agotan el oxígeno existente en el cadáver, y de que otros aerobios, como Putrificus coli, Liquefaciens magnus y Vibrio cholerae, han participado en el proceso de putrefacción. Luego por acción de los gérmenes anaerobios Putridus gracilis y P. magnus se producen los gases pútridos del cadáver.

Los fenómenos cadavéricos anteriores son intrínsecos, pero también existen factores externos que influyen en el proceso de descomposición, como los factores ambientales, la fauna y flora cadavérica, el tipo y lugar de entierro, cuestiones propias del cadáver y la forma de muerte.

Por ejemplo, las condiciones para que se desarrolle la momificación son: un medio seco, calor y aire circulante, que el cadáver sea delgado o se haya desangrado y el periodo para que se produzca es mínimo de un año.

Por otro lado, las condiciones para el desarrollo de la adipocira son: un medio húmedo, obstáculo a la circulación del aire que el cadáver posea un buen panículo adiposo y el periodo de formación es mínimo de seis meses.

La reducción esquelética consiste en la esqueletización del cuerpo: en cadáveres sepultados en bóvedas de cemento se presenta a los 5 años y en cadáveres enterrados o abandonados a la intemperie, avanza hasta la pulverización, la cual suele ser completa entre los 5 a 50 años.

Entonces, ¿qué pasa si muero en el espacio?

Por diversas fuentes sabemos que la gravedad fuera de nuestras fronteras terrestres es diferente, por lo tanto, la falta de gravedad afectaría de manera directa el livor mortis, ya que no permitiría la acumulación de sangre.

Al viajar al espacio, seguramente usaríamos un traje espacial, por lo cual se daría el rigor mortis.

Las bacterias intestinales antes mencionadas también devorarían los tejidos blandos, pero estas necesitan oxigeno para funcionar correctamente, por lo tanto, al terminarse este se alentaría significativamente el proceso.

Los microbios propios del suelo ayudan a la descomposición del cuerpo, por lo que cualquier entorno planetario que inhiba la acción microbiana, como una sequía extrema, mejoraría notablemente la preservación de los tejidos blandos.

Como es visiblemente notorio, las condiciones en el espacio o en otro planeta son totalmente diferentes, esto influye para que el proceso de esqueletización sea diferente.

Regularmente, el componente orgánico suele descomponerse, por lo que los esqueletos que vemos en exposiciones están constituidos normalmente de restos inorgánicos.

Sin embargo, en suelos tan ácidos que podemos encontrar en otros planetas, puede suceder lo contrario y el componente inorgánico desaparecería dejando sólo los tejidos blandos.

Nuestro planeta es tan sabio, que la descomposición de restos humanos forma parte de un ecosistema equilibrado donde los nutrientes son reciclados por organismos vivos como insectos, microbios e incluso plantas.

Pero, los entornos en otros planetas no han evolucionado tanto para deshacerse de los cuerpos sin vida de una manera tan eficiente como el nuestro, obviamente los animales carroñeros no existen.

El planeta Marte, que es de los más estudiados por los investigadores presenta una condición desértica y seca, lo que podría provocar que los tejidos blandos se sequen, y quizá el sedimento arrastrado por el viento erosionaría y dañaría el esqueleto muy parecido al de la Tierra.

La temperatura también es un factor muy importante en la descomposición.

Otro espacio muy estudiado es la Luna, en nuestro único satélite natural las temperaturas oscilan entre los 120°C y los -170°C. Con estas temperaturas los cuerpos podrían mostrar signos de cambios producidos ya sea por el calor o por la congelación.

Todo lo anterior, es meramente teórico con base en la información existente hasta el momento, se tendría que hacer un estudio práctico para ver que tan diferente sería la descomposición de un cuerpo en el espacio.

Bibliografía:

  • Carriedo, C., Gómez, M., Muñiz, R., Nicolini, H., Takajashi, F., & Becerril J. (2014). Medicina forense. México: Manual Moderno.
  • Vargas, A.. (2017). Medicina Legal. México: trillas.
  • Martinez, S., & Saldívar L.. (2016). Medicina Legal. México: Méndez Editores.
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